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  1. Me encanta lo que comentas acerca de todo lo que no sabemos acerca de nosotros mismos sino hasta que no lo vemos reflejado en la otra persona, en los más cercanos a nosotros: nuestro esposo y nuestros hijos, que están como enormes espejos de todo lo que no hemos visto (o no hemos querido ver) y que existe bien dentro de nosotros. Creo que no hay mejores maestros para mostrarnos esto, y también creo que ahí es donde realmente podemos comenzar con el aprendizaje y el cambio, en el único lugar donde es posible: dentro de mí. Si yo crezco, mi familia crece, el mundo crece. Si permito que Dios esté en mí, el resto se ilumina. Yo no puedo hacer nada por educar a mis hijos, incluso ni siquiera por tener un acuerdo con nadie… si antes no lo hago conmigo misma. Y creo que ahí está el reto!!!

    1. ¡Sí Marce! Y por eso cuando oro por mi familia, inevitablemente termino orando por mí. Pidiendo sabiduría y discernimiento en cada situación que se presenta conforme los niños van creciendo, etc. También haciendo memoria de la gracia que Dios me extiende y proponiéndome recibirla, más cuando, como tú dices, ¡me veo en el espejo de mi familia! Y al recibir esa gracia yo, entonces puedo extendérsela a ellos.

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