4 Comments

  1. Este sí que es todo un tema. Hace poco descubrí el libro “Cómo hablar para que tus hijos escuchen y cómo escuchar para que tus hijos hablen”, que va justo por este punto. Qué tanto nos ponemos en sus zapatos… y a veces qué tanto nos ponemos en NUESTROS PROPIOS zapatos. A veces a mí me pasa que estoy tan ocupada o tan estresada que mi mente y mi corazón se distraen ¡incluso de mí misma! y entonces ya no sé realmente cómo me siento, lo que estoy pensando o hacia dónde estoy caminando. ¡ Y en este caos pues menos voy a escuchar a nadie más! Así que, totalmente, ¿qué raíces echo en mi propio corazón y cuáles en el de mis hijos?

    1. Me encanta el tema del libro. Creo firmemente que debemos ser padres de familia pensantes. En vez de reaccionar a nuestra vida, conscientemente decidir lo que vamos a hacer y porqué. Muy buen comentario, Marce, gracias!

  2. Pienso que muchas veces olvidamos cómo nos sentíamos de niños cuando pasábamos por las situaciones que pasan ahora nuestros hijos… y es un gran ejercicio volver a ponernos en ese lugar, viendo desde su perspectiva, que es totalmente distinta a la nuestra. Creo que aquí la clave es tener muy claro el porqué y el para qué estamos haciendo las cosas, y al final, como siempre, “escoger las batallas”… ¡y tener estrategias para hacerlas lo más cortas posibles! a veces una simple palabra (“Alex, cinturón”) es mucho mejor que volver a decir por décima ocasión toooodo el rollo de lo importante que es ponerse el cinturón de seguridad en el coche porque bla bla bla bla… nuestros hijos ya lo saben. Necesitan a veces veinte recordatorios, pero una palabra concreta a veces hace maravillas, por la situación pero –sobre todo– por la relación. También creo que muchas veces tenemos que analizar desde dónde estoy haciendo las cosas (es decir, ¿yo también estoy teniendo cuatro años y haciendo berrinche al lado de mi hija para ver quién gana en tener la razón?), y compartir nuestros propios sentimientos con ellos para tratar de que también vean desde nuestra perspectiva (“me siento muy frustrada porque al final del día parece que sólo yo estoy recogiendo las cosas tiradas cuando lo que quiero es descansar!”). Ahora… cuando todo esto falla… creo que lo más increíble del mundo es recordar que nosotros tenemos esa fuente de amor que puede soportar toda clase de emociones, que se vale sentirnos así, y que no es nada fácil lidiar tooodos los días con los pequeños detalles de lo cotidiano. Pero que siempre mañana será otro día, para intentarlo de nuevo 😀

    1. Precisamente cuando recuerdo ciertos aspectos de mi niñez es cuando recuerdo que debo valorar la perspectiva de mis hijos y considerarlos. Y sorpresa de sorpresas! Por darles el ejemplo, ellos comienzan a considerarme (no molesten a Mami, está tomando una siesta). Muy buenos pensamientos, Marce. Tienes razón al decir que mañana será otro día para intentarlo de nuevo… poco a poco vamos progresando aunque no se sienta así a veces! Así que mañana, a recordarles de nuevo que deben recoger sus cosas y esta vez trataré de no frustrarme… ahí te cuento como me va! 😉

Comments are closed.