Una Linda Historia de Restauración Familiar – 2da Parte
“Conocí a mi papá cuando tenía 20 años de edad. Me faltaba un año para graduarme de la universidad, era independiente y crecí sin la influencia de padre o madre. No tenía la menor idea de cómo ser parte de una familia “normal”. (Mi definición de una familia normal es un hogar con una madre y un padre aun felices de ser casados que son estables en sus vidas cotidianas.) Tenía dos hermanos con quienes no vivía, y de la noche a la mañana entré en relación con mis padres y 5 hermanitos menores de 10 años. Básicamente me tiraron al agua y ¡o nadaba o me hundía!
Mis abuelos (principalmente mi abuela) me criaron. Mi abuelo era alcohólico y normalmente no estaba presente. Mi abuela siempre me reiteraba que no era mi madre. Ese era un papel que solo mi madre pordía cumplir. Viví con mi madre y su esposo durante 7 años antes que se divorciaran. Yo pensé que este hombre era mi papá hasta que tuve 9 años, cuando me informaron por primera vez que ese no era el caso.
¿Pueden ver cuán confusa era esta situación para mi? Primero, tenía mamá y papá. De ahí averigué que no era mi papá. De ahí, se divorciaron. De ahí, mi madre me abandonó. Mi abuela comenzó a cumplir el papel de madre… ¡qué confuso para una niña!
Los niños se sienten confundidos aún cuando los padres se divorcian amigablemente. Su confusión solo empeora cuando una madrastra o padrastro entran en la escena. ¡Ahora tienen 3 y aveces 4 padres si ambos padres se vuelven a casar! ¿Quién está a cargo? ¿Supuestamente qué hacen los verdaderos padres? ¿Y qué debe hacer el padrastro o la madrastra? Las cosas se complican aún más si uno de los padres solo se aparece cuando le conviene, o si murió o si es completamente ausente.
En mi caso, comencé sin papás y terminé pertenenciendo a una familia entera de la noche a la mañana. ¡Yo no sabía el papel que un padre o una madre debía llenar! Mi único concepto de familia era bastante negativo. Pensé que yo no le iba a importar a nadie. Pensé que me dictarían la ley y que me castigarían severamente si no me comportaba como querían. Pense que todo lo que hacían por mí nacería de un sentido de culpabilidad y obligación ya que me encontraron y no se podían deshacer de mi.
Todas esas expectativas negativas nacieron en mi niñez, ¡pero las estaba viviendo ahora de adulta! ¿Por qué no podía yo ser más razonable? Porque todo lo que un niño aprende de su mundo y de cómo ese mundo opera, lo aprende en casa.
Una familia mezclada, no importa que tan bien mezclada esté, representa disfunción. Las dos familias originales no duraron. No lo digo con condena, simplemente es un hecho. Mi madrastra, no importa que tan maravillosa sea, nunca puede ser mi madre. Ese no es su papel ni su lugar. Yo anhelaba que mi madrastra llenara ese papel porque mi madre nunca lo hizo. Quebrantó mi corazón y hasta ahora que tengo 24 años, soy suficientemente libre para soltarla. Siempre me dolerá la pérdida de mi madre porque supuestamente ella debió estar ahí por mi.
Para los hijos, el pradrastro representa la pérdida de una relación vital. El simple hecho de tener un padrastro, el hijo sabe que su verdadero padre no es parte de su vida cotidiana. Eso crea un sinfin de inquietudes que el hijo tiene que resolver.
Cuando dejé de esperar que mi madrastra fuera mi madre, por fin le di la oportunidad a que funcionara nuestra relación. Ahora ella me puede discipular libremente y ofrecerme consejo y consuelo. Ahora tengo a quien ver como modelo y sé que no estoy sola cuando comience mi proppia familia. Gracias a Dios por ello, ¡pues mi futura familia se moriría de hambre si mi madrastra no me enseñara a cocinar!
Qué bendecida soy, ¡pues mi madrastra me aceptó 13 años antes de conocerme! Aún cuando yo era la razón porque su sueño de comenzar una familia sin reproche nunca se haría una realidad. Ella me escogió porque amaba a mi papá. Y esa era una decisión que solo ella podía tomar.
Nota para todos los padrastros o madrastras: Al casarte con alguien con hijos, escogiste a los hijos también. El hijo, muchas veces, no tiene gran parte en decidir quién va a ser su padrastro o madrastra.
La transición a mi nueva familia fue mucho más fácil cuando averigué que mi madrastra me escogió. Ese era mi temor más grande. ¿A quién hiban a echar si las cosas no salían bien? A mi. No a ella. Esto no significa que mi madrastra siempre estaba conforme con lo que yo hacía o decía. Yo sé que se ha frustrado conmigo varias veces. Pero lo que nunca ha cambiado es que siempre he sabido que me ama y que me escogió desde el principio.
Varias veces rechacé a mi madrastra. Actué con indiferencia cuando ella hacia algo por complacerme. No la hubiera culpado si hubiera tirado la toalla y dicho “Suficiente! Ya no más!” Pero nunca lo hizo. Es más, siempre tenía su mano extendida hacia mi. Me hizo muchas preguntas difíciles y no estaba conforme hasta que yo las respondía. “¿Por qué, Audra? ¿Te has preguntado por qué?” Esto me ha forzado a lidear con las cuestiones difíciles y las emociones que enterré por causa de mi “no-tan-buena” niñez.
Por la gracia de Dios, estoy contenta de poder decir que ahora mi madrastra y yo tenemos una buena relación. Por supuesto que aún tenemos mucho trabajo por delante, pero ese es el caso con cualquier relación que vale la pena. Espero que esto anime a todo padrastro y madrastra a que realmente consideren el contexto en el cual se encuentran sus hijastros. Hay muchas razones detrás de sus acciones. (Una de ellas es tu cónyuge, no olvides el papel que desempeñará en el desarrollo del caracter de los hijastros.) Tal vez lleve tiempo, pero si puedes ayudar a tu hijastro a clasificar sus expectativas, hay esperanza para tener una buena relación.
Impresionante!!! mis respetos a todos en la familia.
¿Saben? A todos nos hace falta oir nuestras propias historias. Todos tenemos distintos caminos, y muchas veces, la imagen de “lo que debería ser” una familia “de fotografía” hace mucho daño. Hay un cuento muy lindo llamado “Mamá, ¿porqué nadie es como nosotros?” en donde se habla justamente de cómo cada famila, ¡cada familia! es diferente: “yo vivo con papá, pero Julia vive con sus abuelos, los papás de Carlos están separados pero los de Ana viven en ciudades diferentes aunque se quieren, Andrés tiene 7 hermanos, Luis no tiene ninguno, y Juan tiene un hermano y tres medios hermanos… ¿porqué nadie es como nosotros?”… En realidad, todas las familias (creo yo) están formadas en el corazón de Dios. La culpa y el miedo nos hacen pensar que hay algo de alguna forma “malo” en la forma en la que llegamos a nuestra familia. Y esto causa mucho sufrimiento a todos alrededor… sobre todo cuando todos parecen tener esa “familia de fotografía” y tú no! por eso creo que es tan maravilloso y liberador hablar de estas historias. Yo tuve un primer matrimonio antes de formar a mi familia, y realmente creo que el saber que todo está bien porque a Dios no se le ha “escapado” nada (incluso lo que tú crees que no está nada bien), es algo que sana. No hay familias de fotografía. Hay seres humanos, “testimonios en proceso”, que forman y construyen lazos de amor cada día, en el amor de Dios.